La fecha del 8 de junio de 1895 marca un hito gozoso en la historia de los Capuchinos de Castilla. Ese día, doña Casilda Salabert y Arteaga, en nombre de su hijo, menor de edad, Excmo. Sr. D. Luis Jesús Fernández de Córdoba y Salabert, Duque de Medinaceli, entregaba la Capilla de Jesús a los Padres Capuchinos. Fue nombrado primer Rector el P. Joaquín Mª. de Llevaneras. La Comunidad tomó posesión de dicha capilla y de las dependencias contiguas el día 7 de julio.
Una fecha para la historia.
Recordamos que el 30 de abril de 1681, los moros arrebataron la imagen de Jesús violentamente al conquistar la Plaza de Mámora. Los Capuchinos, después de más de doscientos años, emprendían de nuevo la tareas de promover su devoción y culto. Los frutos no se hicieron esperar; al poco tiempo la capilla de Jesús resultaba ser una de las más concurridas de la Corte.
La grandeza de una devoción.
Ante esta realidad, y dado lo reducido de la capilla, los Hermanos pensaron en seguida en levantar una iglesia de grandes proporciones, capaz para el numeroso público que aumentaba constantemente. Se comenzó construyendo el convento actual, absolutamente necesario para la morada de los religiosos; se inauguró el 2 de agosto de 1920. Los pisos primero y segundo se acondicionaron y se destinaron a Capilla de Jesús, hasta que se levantara la amplia iglesia, que estaba en proyecto. Esta capilla provisional se inauguraba el 25 de septiembre de 1922. Era un rectángulo de treinta y tres metros de largo por siete de ancho. En el altar mayor se colocó la imagen de Jesús, en artística hornacina en forma de camarín, "con la debida proporción", para que los fieles subieran a adorarla según la tradicional costumbre.
A finales de octubre de 1922, comienza el derribo de la antigua y venerable capilla. "Todo fue ejecutado, dice el cronista, por los Hermanos de la Provincia. La vista de los Hermanos por los tejados y las paredes causó general admiración a la gente de Madrid, que al pasar por las calles próximas se paraba a contemplar la obra".
La capilla que ahora era derribada había sido inaugurada en 1689. Los Duques de Medinaceli Juan Francisco de la Cerda y Catalina de Aragón y Sandoval, el 2 de octubre de 1686, concedieron de limosna al convento de Trinitarios, "un sitio de cuarenta y cuatro pies de longitud y doce pies de latitud para hacer y labrar en dicho sitio una capilla a la milagrosa imagen de Jesús Nazareno del Rescate". Pronto resultó insuficiente para acoger al numeroso público que allí acudía a venerar la sagrada imagen, y el 24 de septiembre de 1716 nuevamente el Duque de Medinaceli, ahora Nicolás de Córdoba y la Cerda, hace nueva donación de "un sitio de treinta y un pies de ancho y ochenta y siete de largo, para que en él puedan proseguir y engrandecer la capilla de Jesús Nazareno".
Este templo más o menos reformado, es el que llega hasta 1922. El P. Santibáñez nos lo describe así: "Es de construcción sólida y arte severo; tiene una sola nave. Dos esbeltas cúpulas en forma de medias naranjas se levantan airosas: la una, sobre el centro del sagrado recinto, llamado a ser crucero; la otra, encimadel presbiterio; las dos imprimen al templo majestad y grandeza, dignas del Divino Nazareno a quien está dedicado. El altar mayor es todo él de alabastro, tan pulimentado y terso, que puede servir de espejo. Sobre sólida base descansan dos columnas, que puede servir de espejo. Sobre sólida base descansan dos columnas, que a manera de gigantes dan guardia de honor a Jesús. El camarín forma parte del altar mayor, y está constituido de modo que los fieles, vuelta la imagen, puedan adorarla por la parte posterior, a que da acceso una espaciosa escalera".
Construcción del nuevo templo.
Se ompraron tres nuevas parcelas, conlindantes con la antigua capilla y pertenecientes a distintos miembros de la Casa ducal Medinaceli.
La extensión de estos terrenos, juntamente con los de la capilla existente, daban una superficie total de 1748,39 metros cuadrados, que es la que tiene la actual Basílica con sus dependencias. Se obtuvieron los permisos correspondientes y, a primeros de agosto de 1927, comenzó seriamente la construcción del templo. Los planos y dirección de la obra corrieron a cargo del arquitecto don Jesús Carrasco-Muñoz Encina y los contratistas fueron los señorres Sacristán Hermanos. La ejecución de la obra fue lenta, sufiendo varias interrupciones, principalmente faltaban medios económicos. Pero al fin, una vez más, N.P. Jesús hacía el milabro y pudo terminarse en 1930.
Mucho más que un monumento.
La Basílica de Jesús de Medinaceli no solo es un monumento religioso, sino un lugar donde se respira historia, amor y esperanza. Es un testimonio vivo de la fe que trasciende los siglos y une a los corazones en un vínculo sagrado con Jesús.
El templo destaca por su fachada sobria y elegante, enmarcada por dos torres que se alzan hacia el cielo, como un símbolo de conexión entre lo terrenal y lo divino. Al cruzar sus puertas, el visitante es recibido por un interior cálido y majestuoso, donde la luz natural se filtra a través de los vitrales, creando un ambiente que invita a la reflexión. La nave principal, espaciosa y armoniosa, conduce la mirada hacia el altar mayor, donde se encuentra entronizada la venerada imagen de Jesús de Medinaceli.
El Altar Mayor y la Imagen de Jesús de Medinaceli.
El altar mayor es el corazón de la Basílica, un lugar donde el arte y la espiritualidad se entrelazan. Está presidido por la talla de Jesús de Medinaceli, colocada en un camarín especialmente diseñado para resaltar su presencia divina. La imagen, con su túnica púrpura y su mirada serena y misericordiosa, parece dialogar con cada visitante, ofreciendo consuelo y esperanza. Este altar es también el escenario central del besapié, una tradición que ha marcado profundamente la identidad del templo.
Espacios de Reflexión y Belleza Espiritual.
La Basílica cuenta con varias capillas laterales que invitan a la oración personal y al recogimiento. Entre ellas, destaca la Capilla del Santísimo, un espacio íntimo donde los fieles pueden adorar en silencio la presencia de Cristo Eucaristía. Las pinturas y esculturas que decoran las paredes del templo son testimonios de la riqueza artística y la profundidad espiritual que lo caracterizan.
Un Lugar Vivo y Dinámico.
Aunque profundamente arraigada en la tradición, la Basílica es también un espacio dinámico y abierto. Alberga misas, actos litúrgicos, confesiones y eventos especiales a lo largo del año, siendo el Primer Viernes de Marzo su momento más emblemático. Además, el templo mantiene una activa vida pastoral, ofreciendo apoyo espiritual y comunitario a quienes lo necesitan.
La Basílica de Jesús de Medinaceli es un refugio donde el arte y la devoción se encuentran. Es un lugar que trasciende el tiempo, acogiendo a generaciones de fieles que encuentran en sus muros la paz y el amor inagotables del Señor.