Se accede por dos escalinatas situadas a ambos lados del presbiterio, y de tal forma que puedan subir y bajar cómodamente quienes vienen a adorar a Jesús.

El camarín viene a ser como un templo en pequeño, cuyo cuerpo consta de dos partes. La exterior, que está formada por la prolongación de la iglesia, lleva en su parte superior un hermoso cupulín que se levanta sobre las cuatro pechinas a que dan lugar los arcos que lo sostienen. En medio de esta pequeña cúpula se levanta majestuoso, sostenido por cuatro gruesas columnas de orden corintio el templete, de forma greco-romana, dentro del cual se admira y venera la sagrada imagen de Jesús Nazareno, cual Rey que espera adoración y acatamiento. 

Cada extremo del camarín lleva una verja para embellecimiento y juntamente seguridad de la imagen: al lado de la verja de la izquierda hay una estancia para que los devotos que lo deseen puedan hacer sus oraciones. Para completar la grandiosidad del camarín, también en 1967, Santiago Padrós revistió la parec de fondo con preioso mosaico. Desde el camarín puede admirarse muy bien la preciosa vidriera que al otro extremo llena gran parte de la fachada de la iglesia. 

El camarín es la obra más importante de la Basílica. El templo data de 1930 y sustituye a la antigua iglesia que vio mermado su espacio ante la visita de miles de devotos, fieles llegados de todo el mundo profesan culto y amor al Cristo Nazareno.