Madre de la Divina Providencia
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La imagen representa el amor de María a su Hijo a quien sostiene en su regazo con dulzura y delicadeza en actitud de dar el pecho al Niño Jesús. En bella estampa toma la mano del Niño contemplando su rostro con profundos sentimientos de cariño y admiración.
En el año 1853 encontramos la talla más antigua de esta escena mariana. Desde esos años, son muchos los acontecimientos que se han sucedido en la historia. Algunos, atribuyen el título “de la Divina Providencia” a San Felipe Benicio, superior de los Siervos de María. En cierta ocasión la despensa de sus frailes estaba completamente vacía. En oración invocaron la ayuda de la Santísima Virgen y al tiempo encontraron dos cestos llenos de alimentos, aunque nunca pudieron averiguar quién los depósito en la puerta del convento.
En las súplicas rezan con devoción: “¡Oh, Divina Providencia!. Concédeme tu clemencia y tu infinita bondad. Arrodillado a tus plantas, a ti caridad portento, te pido para los míos: casa, vestido y sustento. Concédeles la salud. Llévalos por el buen camino. Que sea siempre la virtud la que los guie en su destino. Tú eres toda mi esperanza. Tú eres el consuelo mío. En la que mi mente alcanza, en Tí creo, en Tí espero y en Tí confío. Tu Divina Providencia se extiende a cada momento para que nunca nos falte casa, vestido y sustento. Que así sea, amén".
Monseñor Gil Esteve y Tomás, fue nombrado obispo de Puerto Rico. Llevó allí esta devoción adquirida en sus tiempos de seminarista. Al llegar, encontró la Catedral en ruinas y la diócesis quebrada económicamente. Puso el desastre en manos de la Virgen de la Providencia y en tan solo cinco años pudo reconstruir el templo gracias al culto y devoción sembrado en sus fieles.
El papa Pablo VI declaró a Nuestra Señora de la Divina Providencia, como patrona principal de la isla de Puerto Rico mediante un decreto firmado el 19 de noviembre de 1969.
La talla de excelente factura que contemplamos en Jesús de Medinaceli es obra del imaginero valenciano Mariano Bellver y encargada por el Capuchino Mariano de Orche, rector de la iglesia de san Antonio del Prado en 1846. La imagen se halla en la iglesia de Jesús desde 1890. Está labrada en madera policromada, de tamaño aproximado al natural, con el Niño Dios en los brazos y sentada en una silla.